sábado, 30 de julio de 2011

LAS FASCES: ORIGEN Y SIMBOLISMO


Las fasces (o haz de lictores) eran un haz de 30 varas (una por cada curia de la antigua Roma) atadas de manera ritual con una cinta de cuero rojo formando un cilindro; a su alrededor había un hacha común o un labrys. Originalmente era el emblema de los reyes etruscos, adoptado igualmente por los monarcas romanos y perviviendo durante la República y parte del Imperio. Las fasces eran transportadas al hombro por un número variable de lictores, fasces lictoriae, que acompañaban a los magistrados curules como
símbolo de la autoridad de su imperium y su capacidad para ejercer la justicia. Las varas unidas significan que "la unión hace la fuerza", puesto que es más fácil quebrar una vara sola que quebrar un haz de varas. Dentro del pomerium las fasces no podían llevar hachas, indicando que dentro de la ciudad los magistrados curules tenían derecho para castigar, pero no para ejecutar. Tan solo le estaba permitida al dictador la inserción de las hachas. Así pues los cónsules tenían a su disposición 12 lictores, los pretores, 6 lictores cuando estaban fuera de Roma y 2 cuando se hallaban en ella, y por último el dictador que disponía de 24 lictores.

jueves, 10 de febrero de 2011

Olvidad San Valentín: ¡CELEBREMOS LAS LUPERCALES!

El cristianismo sustituyó, como tantas otras fiestas y cultos, la festividad de las Lupercales, que se celebraría el día 15, por el día 14 de Febrero al casto San Valentín lo que supone un cambio de concepto: casto amor en lugar de impuro sexo.

Las Fiestas Lupercales se celebraban el 15 de Febrero, un mes en el que hay muchos rituales dedicados a la purificación, a la finalización y preparación del nuevo ciclo que se aproxima con el final del invierno. Tenían ese sentido de purificación, pero también de protección y sobre todo era un culto para propiciar la fertilidad asociada a la primavera.

Según Ovidio, en la Gruta del Lupercal, en el monte Palatino, dónde la leyenda de la fundación de Roma sitúa a la loba (sea esta animal o “La Loba”: Acca Laurentia) amamantado Rómulo y Remo, se realizaba un sacrificio ritual en el que las víctimas son cabras y también un perro. Por Plutarco se sabe que tras el sacrificio de las cabras dos jóvenes se acercaban al altar, y el sacerdote les ungía la frente con el puñal aún manchado con la sangre del animal tras lo cual los otros participantes les limpiaban la sangre con un pedazo de lana empapado de leche, momento en el cual los jóvenes debían romper a reír.
Los Lupercos, desnudos o casi, iniciaban una carrera alrededor del Palatino blandiendo las tiras de la piel de los animales sacrificados (a las que se llamaban februa) con los que daban latigazos a los que se encontraban, constituían un acto de purificación llamado februatio. Pero los lupercos flagelaban especialmente a las mujeres que encontraban ya que este rito aumentaba su fertilidad poniéndoles las carnes de color púrpura. Un color que representaba a las prostitutas, sobre todo a las que ejercían la hierogamia con los lupercos, también llamadas lupas o lobas (de dónde también viene el nombre de Lupanar). El clima era de desenfreno y frenesí.

La explicación al porqué de este ritual la da Ovidio: tras el rapto de las Sabinas por los Latinos, estas se volvieron estériles. La solución al problema fue recibida a través del oráculo de Juno, “ Italidas matres, inquit, sacer hircus inito!” (Que un cabrío sagrado penetre las mujeres de Italia), la interpretación de un adivino etrusco fue la de inmolar un macho cabrío al que cortó la piel a tiras con las que flageló la espalda de las mujeres, que recuperaron así la fertilidad.

El cristianismo prohibió y condenó la celebración pagana de las Lupercales. Primero Teodosio cuando ilegaliza el paganismo condenando a muerte la adoración de ídolos, la realización de sacrificios y la visita de los templos. A pesar de que con estas medidas desaparece el colegio de sacerdotes lupercales, de que no se pueden realizar los sacrificios ni puede haber desnudez ritual o encuentros sexuales sagrados se mantiene la festividad pues la gente sustituye el ritual por los cantos en honor a Fauno o Pan, por canciones festivas y licenciosas.

Después el Papa Gelasio las prohibe oficialmente en el 494, acusando especialmente a los cristianos que participaban en ellas. Para cristianizar la fiesta, y sospecho que para lidiar con el ala licenciosa del cristianismo, sustituyó la festividad por el 14 de febrero, fecha del martirio de Valentín. Pero lo que realmente acabó con las lupercales (o eso creyeron) fue la celebración de una procesión con candelas, en honor a la Purificación de la Virgen María (la Candelaria) en las que mediante cánticos y letanías se pedía lo mismo que antes a los Faunos es decir: fertilidad y protección ante la muerte

Pero pese a todos esos esfuerzos, el aspecto más salvaje de las Lupercales llega hasta nosotros, junto con el mismo aspecto de las Saturnales, pues pervive en el Carnaval de la tradición popular cristiana. De hecho, de las lupercales procede la tradición del carnaval gallego de Ginzo de Limia, Laza y Verín, donde los cigarrones, pantallas o peliqueiros azotan a la gente con débiles fustas de cuero, con cencerros en honor a los pastores de los que Fauno Luperco era dios, y golpeando con tripas de cerdo hinchadas con la mano.

lunes, 31 de enero de 2011

Las termas romanas de la Aduana

Alejandra Guillén | Málaga www.laopiniondemalaga.es 12/01/2011 Una excavación en la travesía Pintor Nogales ha sacado a la luz restos de los típicos baños romanos en un excepcional estado de conservación. Se pueden relacionar con vestigios aparecidos en otra actuación en el interior del futuro Museo de Málaga.
El entorno urbanístico cercano al Teatro Romano y la Alcazaba sigue guardando en sus profundidades más secretos por descubrir. Las obras de peatonalización del centro histórico, llevadas a cabo por la Gerencia de Urbanismo, se han extendido hacia la zona del Palacio de la Aduana, futura sede del Museo de Málaga, y concretamente a la travesía Pintor Nogales, que posibilitará la conexión entre el casco urbano y el Paseo del Parque.
Esta actuación ha motivado una excavación arqueológica en esta calle, que corresponde a una de las fachadas laterales de la antigua sede de la Subdelegación del Gobierno y donde ha salido a la luz un valioso ejemplo acerca de los hábitos de vida en la Málaga romana. Fue una auténtica sorpresa la que apareció ante los ojos de la arqueóloga Ana Espinar, de la empresa Taller de Investigaciones Arqueológicas. Dada las características de la zona, el equipo arqueológico pensaba que iban a aflorar del subsuelo piletas de salazones o restos de muralla islámica. Aparecieron pero de forma muy escasa. La muy transitada calle Pintor Nogales escondía en sus entrañas otros restos de gran valor histórico, unas termas romanas en un excepcional estado de conservación. Estos hallazgos se pueden relacionar con restos asociados a estas estancias de baño y que han aparecido en la excavación en el interior de la Aduana.
«Están muy bien conservadas. Con estos vestigios, es la primera vez que hemos dicho: Estamos en Roma. La calidad de conservación nos ha permitido conocer más sobre estos recintos destinados a los baños públicos o privados en la época romana. Son un ejemplo de libro del arte romano, además que refuerza la hipótesis de que este entorno de la calle Alcazabilla fue una zona noble, monumental, en la época romana», detalla la arqueóloga municipal, Carmen Peral.
Prueba de ello es la aparición en perfecto estado de todos los elementos que conforman los baños romanos. Se ha localizado el hypocaustum, la parte subterránea de las termas; un suelo radiante que permitía calentar y distribuir el aire caliente. En este sentido, Espinar explica que en un primer momento funcionó como una piscina de agua caliente (caldarium) y después templada (tepidarium). Una parte del suelo del hypocaustum se construyó sobre el propio terreno, mientras que la otra aprovechó un muro de sillares perteneciente a una edificación altoimperial que también se ha localizado en la excavación. «La zona inferior de las termas es de mampostería muy bien careada y la parte superior alterna hiladas de ladrillo con sillarejos bien escuadrados», cuenta Ana Espinar.
Aunque ahora los restos se van a cubrir y proteger con grava y geotextil, el Ayuntamiento estudiará una posible puesta en valor futura dado el importantísimo valor del hallazgo.

miércoles, 12 de enero de 2011

Los boquerones de Málaga eran el ingrediente principal del "garum" romano

Málaga | EFE 03/01/2011
Los boquerones de la bahía malagueña eran el ingrediente principal del garo, una salsa muy apreciada como condimento por los romanos, quienes le atribuían incluso propiedades afrodisiacas, según ha revelado una investigación en los restos de la factoría de salazones hallada en el Teatro Romano de Málaga.
Durante la excavación realizada en las piletas existentes junto a este monumento se descubrieron restos de la última producción de garo o "garum" que ha sido analizado en colaboración con un proyecto del Departamento de Arqueología de la Universidad de Málaga.
El boquerón predominaba en estos restos, con más del doble de ejemplares que la sardina, y les seguían a distancia los jureles, la brótolas de roca y las lizas, pero también se han encontrado vestigios de caballas, rodaballos y atunes rojos, han informado a Efe fuentes de la Delegación de la Consejería de Cultura en Málaga.
En la producción de este "garum", como era conocido por los romanos, se empleaban boquerones y sardinas con un tamaño de entre diez y doce centímetros de media y una edad de un año, ya en su madurez sexual, que se acercaban a la costa en periodo reproductivo, durante los meses de primavera y verano.
La factoría de salazones hallada en el Teatro Romano de Málaga, en muy buen estado de conservación, estuvo en funcionamiento entre los siglos IV y V después de Cristo y podrá visitarse tras su rehabilitación, ya que se instalará una pirámide de cristal para observar los restos.
En la época romana, el pescado se consumía secado al aire, ahumado, conservado en aceite o vinagre una vez cocido o en salazón, y con las distintas especies se elaboraban salsas como el garo, cuyo precio hacía que estuviese reservado a las capas altas de la sociedad.
Las naves mercantes que transportaban las ánforas con salazón y salsas de pescado malagueño llegaron a muy diversos puertos del Mediterráneo y el Atlántico.
Según las recetas de "garum" de la época, las salsas se elaboraban macerando al sol trozos de túnidos mezclados con sal y complementados con materias primas como las huevas, sangre, vísceras e intestinos, así como especies diversas de pescados locales.
Se sabe también que hubo familias, como la de Publius Clodius Athenius, que basaron su riqueza en la comercialización de las salazones malagueñas.

Bienvenido a la cultura clásica